domingo, 2 de junio de 2013

Basado en hechos reales II

Un disparo. Otro. Más cerca de lo que pudiera imaginar. La gente asustada sigue su instinto. Corre. Pero no hay sitio adónde ir, detrás sólo hay más y más personas. Estamos atrapados. Intentamos escabullirnos buscando un lugar seguro, pero sólo encontramos más miedo. “Cógeme fuerte la mano, no te sueltes”.

Un hombre desconocido lee el pánico en mi cara y nos pesca entre la multitud. “Junto a la pared estarás más segura”. Me aguanto las lágrimas, no quiero llorar.

Cuando cesa la estampida intentamos alejarnos, desoyendo a nuestra conciencia que dice que debéis quedaros, debéis resistir. Pero la turba sigue el mismo camino. Disparos, carreras, empujones. “Agárrate a la farola, intenta subir”. Parece una película, de las que recrean otras épocas que parecían lejanas, pero que no lo son tanto.

Volvemos a intentarlo y, por fin, encontramos más espacio en aquella calle ancha, la que lleva a la estación. Mientras nos alejamos, la voz se hace fuerte y nos impide irnos del todo. Esperamos. La noche ya es cerrada, adornada con cientos de destellos rojos y azules.

Y en un momento, la confusión. Todos corren. Los hombres de azul aparecen de la nada. Con armaduras, con escopetas, con máscaras de gas. No parecen humanos. Aterran. Entendemos lo que intentan, empujarnos al laberinto de callejuelas. Es una trampa, pero no tenemos opción y entramos en la boca del lobo por nuestros propios pies.

Oscuridad. No sé si no hay luces o están apagadas. Será el miedo, que todo lo empaña. Estrechas callejuelas desconocidas, ni sé dónde estoy. Tampoco adónde vamos. Nos guía la gente, los otros ratones. Buscamos, corremos, damos la vuelta y retrocedemos. Aquí y allá destellos, disparos. “¡Por aquí no, compañeros!” Más hombres de azul. Gritos, sirenas. Trotamos desorientados cogidos de la mano. Aferrados.

De repente, la salida. Una calle ancha. Allí esperan agazapados, decenas de furgones. Blindados, cobardes. Aguardan a que las ratas acudan a la trampa que han preparado. Pero algo reclama su atención, pues sin previo aviso y voceando sirenas, marchan atronadoramente calle abajo. Corremos a nuestra cueva y nos refugiamos, con el corazón desbocado y la tristeza de quien descubre el mundo injusto e impune en el que vive. Efectivamente los grises nunca se fueron, sólo han cambiado de color.

Luego veríamos las noticias para saber cómo acabó: andenes, proyectiles, represión.
Luego escucharíamos las opiniones de las tertulias: banalidades, falacias, falsedad.
Luego leeríamos los periódicos: maniatados los de aquí, escandalizados los de allá.
Luego miraríamos los vídeos para recordar: oscuridad, angustia e indefensión.
Una noche para olvidar.
Luego, a la noche siguiente, volveríamos al mismo sitio: a seguir batallando. El miedo aturde y paraliza, pero con el tiempo curte y fortalece. Es un arma de doble filo.

2 comentarios:

  1. Hola Andrea,
    Esta serie de relatos "politizados" de basados en hechos reales estan muy muy bien.
    Espero que solo sea un ejercicio de escritura y no sea realmente basado en hechos reales "de verdad", y no verte un día en las noticias.

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    Celebre Bloguera detenida por quemar escaparates del Corte Ingles, la policía la detuvo mientras quemaba un volumen de "Cincuenta sombras de Grey" y gritaba, muerte a la lectura capitalista. ;->

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    Dejando de lado las bromas: Un excelente retrato de una luchadora por la libertad.

    Genial como siempre.

    Un abrazo Andrea.

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  2. Hola UTLA,

    Es ambas cosas, un ejercicio de escritura relacionado con el concepto de laberinto, y una anécdota "de verdad" de la buena.

    Por cierto, me ha encantado el titular! Jajajaja "Muerte a la lectura capitalista", me lo copio para mi próxima pancarta xDDD

    Un abrazo!
    Andrea

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